martes, 13 de marzo de 2012

Hoy... escultores.

En la tercera clase de Educación Artística y su didáctica (Plástica), realizamos una de las actividades que más le gustaría a un niño de primaria, que sería hacer una escultura a tamaño real, con la gran mayoría de sus detalles plasmados en papel de plata.

Antes de comenzar la actividad, el profesor nos explicó cual iba a ser la planificación de la asignatura, tras tener más o menos claro cuantas clases nos quedaban por dar, tras darse cuenta del reducido horario que nos quedaba tras los numerosos acontecimientos de fechas venideras.

Pues bien, en grupo comenzamos a realizar la escultura. Nuestro grupo, pensó en no realizar una figura común, es decir, que fuese diferente a la de los demás compañeros, y además que fuese una figura representativa de arte. Por ello, pensamos en una de las primeras muestras de arte que conocemos como pueden ser el de una esfinge egipcia. 
La esfinge es ese gran animal con cuerpo de león y cabeza humana que se puede ver en la meseta de Guiza, junto al templo del faraón Kefrén. 
El placer del trabajo bien hecho.
El conjunto de obras de la clase.


Costó un gran esfuerzo hacerla, hasta el punto incluso de llegar a agobiarnos, también por la falta de tiempo, ya que eran un gran número de detalles los que debíamos darle a la escultura para que saliese de buena manera. Otro aspecto complicado fue la unión de sus partes, ya que el cuerpo si lo pudimos hacer de forma completa, pero nos falta unirle los brazos, las manos y la cabeza que era aún más complicado.


Aún así, estos trabajos en grupo suelen ser los más divertidos y con los que más se queda los alumnos. Representan una meta pero a la que se va llegando con un esfuerzo que queda eclipsado con la parte amena de la actividad. Además de la parte amena, como futuros maestros, no serviría como forma para trabajar de forma transversal desde la Educación Física la Educación Artística, trabajando la psicomotricidad.

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